Ana María Vallejo de la Ossa
Nací en Medellín, en agosto de 1965. Mi mamá se llamaba Carmen, mi papá Eugenio. Tuve muchos hermanos. Jugué libremente en las calles del barrio cuando era niña y siempre estudié en escuelas y colegios públicos. Hice varios semestres de Artes Plásticas en la Universidad Nacional y no terminé. Terminé otras carreras en París, donde viví años inolvidables para mí. También he vivido en otras ciudades, en costas y montañas y ahora vivo en Santa Elena con Álvaro. Empecé a hacer teatro con José Manuel Freidel y después de eso he participado en obras de diferentes artistas, por ejemplo, de Río Teatro Caribe en Venezuela, de Paolo Magelli y la Compañía Dromesko en París y de Abra Teatro, con Adela, Rosario, Brunilda y otros colegas en Colombia. He escrito algunas obras y he colaborado en muchas otras. También me ha gustado hacer cosas distintas al teatro y escribir cosas que no se considerarían obras dramáticas. Ahora trabajo en la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia y eso también lo disfruto. Lástima que no haya más espacio para hablar de tanta gente que quiero, de tantos paisajes que me constituyen y de lo agradecida que me siento por eso.
Mi escritura
He escrito lentamente, obras más bien breves que se ocupan de preguntas y asuntos importantes para mí y ojalá para algunas cuantas personas más. En esos textos me he dedicado a sucesos en general anodinos de pequeños personajes enfrentados a grandes espacios o a mundos que los apabullan. La errancia, o si se prefiere el viaje, han sido tema y también estructura de varias de mis obras y creo que en la mayoría de ellas el lenguaje es conciso. No tiendo a los adornos. Mis profesores de antaño hubieran hablado de una palabra despojada de artificios, pero eso es difícil.
Escribir con otras personas también ha hecho parte de mi trabajo como autora, y no solo de textos teatrales sino de escrituras de otra naturaleza, de algunos guiones, de muchos textos escénicos, de trabajos con comunidades en lugares apartados. Ahí he aprendido mucho sobre el respeto, sobre la escucha y sobre el sentido de lo que hago.
Cada vez me gusta más la comedia, por eso las dirijo cuando puedo, pero escribirlas exige un talento que con frecuencia se me escapa. Voy a seguir tratando.